Los historiadores unitarios, rebautizados liberales, que representan a los vencedores de Caseros, repudiaron a Rosas, quien planteo un proyecto de país distinto y, podría decirse, antagónico.
A pesar de que la esencia de la doctrina liberal es la sociedad entendida como un mercado regido por la libre interacción de sus fuerzas económicas, se le niega al Restaurador el haber incorporado a la Argentina al protocapitalismo al jerarquizar la unidad productiva que mayores ventajas comparativas ofrecía en relación a otras naciones: la estancia..........
También el socialismo ha condenado a don Juan Manuel de Rosas. Fue el conservadurismo reaccionario, ultracatolico, quien se impuso la reivindicacion de la vida y obra de Rosas.
Durante sus gobiernos la clase baja ha experimentado por primera vez en nuestra historia su protagonismo social y nunca se resignara a perderlo, dando origen en el futuro a movimientos políticos y sindicales de envergadura.
No hay duda de que puede reprocharsele a Rosas su tendencia al autoritarismo. Nada justifica persecuciones, degüellos o fusilamientos. Pero tienen razón sus defensores al argumentar que la historia oficial se ha empeñado en cargar sobre sus espaldas toda la violencia de su época.
También se le puede acusar por su reticencia a dictar una Constitución, aunque los historiadores revisionistas han insistido en que esta no hubiera sido posible sin la organizacion nacional, por las buenas o por las malas, que Rosas dejo al final de su gobierno.
Nuestro país ya había sido, entonces, bautizado como Confederacion Argentina, y su territorio quedaba milagrosamente intacto.
Don Juan Manuel represento el ascenso al poder de nuevos intereses económicos, de un nuevo grupo social ligado a la explotacion de las feraces pampas bonaerenses, entrerrianas, santafecinas.
Con Rosas en el poder se mirara menos a las naciones del otro lado del mar en busca de ideas, de capitales o de honores. Ahora se tendrá en cuenta al interior habitado por "bárbaros", allí estará el nuevo poder político, social y económico.
Juan Manuel tuvo un hondo sentido nacional. El Restaurador concibió al Estado también como una expresión de lo territorial y por ello fusiono este con el concepto de soberanía. Es hora ya de reconocerle que fue gracias a sus esfuerzos que nuestra patria no sufrió otras fragmentaciones como las que propugnaban sus adversarios porteñistas.
Lo que no puede discutirsele a Rosas es que el fue el formador del Estado argentino. Tanto fue así que es durante su gobierno que comienza a hablarse de "República Argentina". Y estos procesos históricos, a nivel mundial, han sido inevitablemente violentos y crueles. Para crear Estado siempre y en todas partes fue necesario arrasar con la autonomía de entidades feudales, de ciudades, de ordenes religiosas o, simplemente, de otras organizaciones políticas de base territorial que perdieron guerras con los "centros" que acabaron por imponer su dominio integrador en unidades mayores.
En lo interior condujo una política de "mano dura" sin espacio para la oposición, aunque, igual que Rosas, dicto medidas populares que le granjearon el apoyo de las clases bajas.
La suerte de Caseros estaba echada de antemano por la ominosa traición de Urquiza quien pacto con el emperador de Brasil, en guerra con la Argentina, y Juan Manuel de Rosas, a bordo del Conflict, emprendería el camino a un exilio signado por la miseria y el insistente y prolongado rencor de sus enemigos que nunca olvidarían que había sido el jefe de un proyecto de país que no logro concretarse pero que terca y esporádicamente resurge en los movimientos populares de contenido nacional.
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